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Una deuda de nunca acabar

La Muestra Especial 2019 Colombia, un país más allá del conflicto evidencia las condiciones desiguales y los estereotipos discriminatorios que afronta la mujer colombiana. El estudio reporta que sólo el 21 % de las mujeres tiene empleo, mientras que el 53 % de los hombres lo tiene.  El 51 % se dedica a las labores del hogar; el 52 % cree que una mujer solo se realiza cuando es madre; el 63 % considera que ser ama de casa es tan satisfactorio como trabajar fuera de casa, y apenas un 35 % asiste a reuniones de movimientos o partido político.

Brecha laboral

Es precisamente la desigualdad laboral uno de los desafíos que a diario enfrentan las mujeres del país. Alexandra Puenayan, habitante de Cumbal, Nariño, expone una situación que vive actualmente: “En nuestro territorio, en el resguardo de Panán se llevará a cabo un proyecto para el fortalecimiento de la ganadería y están contratando a profesionales para hacer un equipo técnico. Yo soy egresada de la Universidad del Cauca, soy politóloga y he sentido como un obstáculo no darme esa oportunidad por el hecho de que soy mujer, porque han manifestado que es un ámbito donde se necesita más la fuerza y el conocimiento de un hombre”.

Desde la sociedad antigua, en la que Aristóteles afirmaba que “el macho es por naturaleza superior y la hembra inferior; uno gobierna y la otra es gobernada”, persiste ese pensamiento de que los hombres tienen mejores capacidades, y es una lucha que dan las mujeres en todos los territorios. “Tradicionalmente y por nuestra sociedad machista así ha sido. Se ha considerado siempre que las mujeres han estado por debajo de los derechos de los hombres. Mientras el hombre sigue predominando, las mujeres para lograr un poquito han tenido que luchar y defender mucho sus derechos para conseguir un espacio laboral”, dice Julia Meriño, oriunda de Chengue y habitante de Ovejas, Sucre. Una mujer que se describe así misma como aguerrida, alegre y emprendedora.

Ana Isabel Aloima, quien pertenece a la Cooperativa Multiactiva de Mujeres Productoras de Guapi – Cauca, agrega que “las mujeres estamos abriendo los ojos; estamos en un punto donde decimos ya no más. Todo esto por el machismo que ha generado situaciones donde las mujeres estamos cansadas de tanta violación a nuestros derechos”.

Roles de género

De acuerdo con el Barómetro de las Américas 2018, el 27 % de las mujeres reportó tener educación superior, frente al 24 % de los hombres. A pesar de estas ganancias en su formación, las mujeres continúan relegadas a los espacios del hogar. El 51 % se dedica a los quehaceres domésticos y sólo el 3 % de los hombres se dedica a ellos, según la Muestra Especial 2019.

Ana María Tribín, investigadora y exconsejera para la Equidad de la Mujer analiza esta desigualdad de género. “Nosotros como país latinoamericano tenemos una brecha grande de participación laboral. En promedio las mujeres son más educadas que los hombres, entonces es completamente ineficiente que las mujeres tengan más educación que los hombres y sean las que se terminen quedando en las casas y no estén participando en el mercado laboral”.

Julia, quien está convencida de la batalla que deben seguir dando por sus derechos, agrega:“Las mujeres si no trabajan en un área donde les paguen entonces trabajan todo el día en las labores de la casa donde no es remunerada, ni considerada una trabajadora, sino que creen que esa es su labor y la tiene que cumplir. Le preguntan a un hombre, ¿tu mujer qué hace?, dice ‘no trabaja, ella es ama de casa’”. Y agrega que también es importante concientizar a las mujeres que creen que deben depender de sus esposos e impulsar el cambio generacional que para ella ya es visible. “Hay muchas jóvenes que están más despiertas, de pronto porque tienen una mamá que les ha dicho que deben romper este estereotipo, pero hay otras que no, que todavía siguen con ese mismo rol”.

Ana María Tribín explica algunas de las barreras estructurales que propician estas condiciones inequitativas. Hay un tema cultural, en las encuestas de uso del tiempo. Les preguntan a las personas por una afirmación que dice que el hombre debe tener dinero y la mujer debe cuidar, y el 40 % de hombres y mujeres estaban de acuerdo con eso. Sí hay un tema cultural en el que se cree que el hombre debe estar en el trabajo y la mujer debe estar en el hogar. Esto tiene sesgos implícitos para quienes están contratando a las mujeres; van a verlas siempre como una persona más del ámbito doméstico que del ámbito profesional”.

Por eso, el primer paso que Ana Isabel cree que se debe dar para derribar las condiciones inequitativas entre hombres y mujeres debe “empezar por el hogar. Intentar con las nuevas crianzas de los hijos irles inculcando la parte cultural, porque nuestra cultura ha venido en esas prácticas en las que la mujer debe estar en la cocina, la mujer es la que debe cuidar a los hijos. Pienso que nosotros desde el hogar, desde la familia, debemos inculcar esos valores de igualdad y equidad de género”,.

Violencia

La discriminación del mercado laboral, además de reducirles las oportunidades de desarrollo, las expone a una violencia económica e intrafamiliar. A pesar de estar legislada desde 2008, aún quedan varios pasos por recorrer en el camino de  eliminación de la violencia contra la mujer. Sólo el 12 % de los entrevistados en el estudio Colombia, un país más allá del conflicto está de acuerdo con la violencia de pareja, pero lo paradójico es que el 41 % de las mujeres cree que debe pedirle permiso a su marido para visitar a un familiar. 

“Las mujeres somos violentadas de diferentes maneras, física, económica, verbal. Muchas todavía creen que la violencia solo es física, pero los otros tipos de violencia, no sé si los ignoran o es la falta de conocimiento, incluso la psicológica lleva a un sufrimiento muy doloroso. La mujer todavía siente temor; nosotras todavía sentimos miedo; que tenemos que pedir permiso, que tenemos que consultar, que no podemos tomar las decisiones porque la de la mujer no vale. Creo que falta replicar conocimiento, que las rutas de atención sean más contundentes, que la mujer se despoje de todos esos conceptos culturales”, asegura Ana Aloima, quien a través de la cooperativa comparte sus conocimientos sobre temas de género.

Maternidad

Qué precio tan alto el de ser mujer. Los roles de género les imponen expectativas que ellas deben cumplir para ser socialmente aceptadas; una de ellas es la maternidad. “Si alguien decide no tener hijos la sociedad la rechaza, le dicen ‘¡Ay!, cuando estés vieja, ¿Quién te va a atender? Las mujeres nacieron para parir, tienes que seguir pariendo’”. Hay un rechazo y son cuestionadas cuando una mujer no puede tener hijos o que lo decide por voluntad”, refiere Julia Meriño.

Así como son discriminadas por decidir no ser madres, también lo son por el estereotipo de que si son madres en el mercado laboral serán menos eficientes que un hombre. Ana María Tribín señala: “Sólo por ser percibidas como posibles madres van a tener una discriminación porque se supone que van a tener que salir del trabajo y el hombre, no. Eso hace que ya sea discriminada. Si es madre soltera va a tener doble trabajo. Entonces, por lo general las perciben como una persona que no va poder estar completamente comprometida con el trabajo, con el horario. Y como funciona el mercado laboral acá, que entre más horas es mejor, no les permiten entrar por esos estereotipos de que su rendimiento no será el mejor”. 

La muestra especial 2019 Colombia, un país más allá del conflicto encontró que el 52 % de las mujeres y el 42 % de los hombres cree que una mujer solo se siente realizada cuando es madre. A pesar del alto porcentaje, algunas piensan lo contrario, como Alexandra: “Yo soy madre, tuve la oportunidad gracias al apoyo de mis papás de estudiar, tuve a mi niña y lo más gratificante ha sido para mí poder conocer y participar en estos espacios organizados desde mujeres y para las mujeres.

Hemos tenido la oportunidad de conocer otras experiencias organizativas y lo gratificante ha sido que nuestras hijas e hijos se vinculen en ellos. Al observarnos a nosotras se van interesando, se cuestionan ‘¿Por qué va usted a estas reuniones, por qué participa?, a usted no le da miedo hablar’. A través de esto nosotros vamos transmitiendo el conocimiento. Realizarse como mujer no sería no más tener un hijo o formar una familia, sino poder liderar procesos donde uno pueda tomar la palabra y opinar. Es liderar, sentirse empoderada, con conocimiento de nuestros derechos”.

Participación

Los espacios para liderar es una de las deudas con más rezagos. En 1958, Esmeralda Arboleda fue la primera mujer en Colombia que obtuvo una curul en el Senado y solo hace dos años llegó la primera mujer a la Vicepresidencia del país. La Política Pública de Equidad de Género en sus ejes temáticos contempla la inclusión y participación de la mujer en escenarios de poder y toma de decisiones.

Desmantelar todos los estereotipos asociados a los roles de género y ganar espacios de participación es la motivación de mujeres como Alexandra, quien desde el trabajo que desempeñó en la creación de la Oficina de la Mujer de la Alcaldía de su municipio, ha motivado iniciativas para que las mujeres tengan espacio y visibilidad más allá de las labores domésticas. “Nosotras también podemos liderar estos procesos como mujeres, no solamente en el ámbito del hogar, también podemos llevar de la mano otros roles. Liderar la palabra es cuando la mujer se piensa como mujer en el hogar y en la comunidad, y cómo desde su rol puede aportar a la sociedad”.